La finalidad de esta técnica de intervención sobre los árboles frutales es básicamente de tipo económico. Se trata, en efecto, del procedimiento más adecuado (aunque resulta especialmente costoso) para manipular la forma y el comportamiento de un árbol frutal, con la finalidad de obtener un producto cuantitativa y cualitativamente excelente. Del mismo modo, estudiando y llevando a cabo la forma de cultivo idónea para cada especie, se obtendrán análogas ventajas en otras prácticas de cultivo. Si, en efecto, la finalidad principal de la poda es la de anticipar y hacer constante la producción a lo largo de los años, regulando la vida y el desarrollo de la planta, con ella se llegan también a favorecer y a economizar las intervenciones en el cultivo (trabajo, tratamiento, recogida, etcétera).
Es lógico que, en cada fase vital de la planta, la aplicación de la poda comporte resultados diferentes: esto ocurre especialmente cuando se le afecta algún corte o cuando las operaciones consisten en la introducción de cambios en la dirección del crecimiento, provocados por pliegues, curvaturas, etc.
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Por ejemplo, al predisponer la forma de cultivo se conseguirán diferentes resultados según se apliquen estos dos métodos distintos: el despunte de la cima comportará que las ramas laterales que se encuentran bajo el corte se desarrollen de forma más robusta, aunque tardía, en tanto que, por el contrario, el pliegue de aquellas o el mantenimiento de la integridad de la flecha reducirá en exceso el tiempo de alcance de la forma de cultivo preseleccionada, provocando un aumento posterior de la producción.
Análogamente, se obtendrán resultados diferentes si se interviene en los dos períodos (estivales o invernales) efectuando prácticas de poda verde o seca, que muy a menudo se combinan, aunque con bastante frecuencia producen efectos totalmente divergentes.
Por ejemplo, el corte del extremo de una rama durante la época invernal provocará que la planta produzca una corona de ramas por debajo del punto de corte, mientras que un despunte análogo en las operaciones de poda estival posibilitará el agrandamiento de la parte sobrante y la producción de una o dos ramitas, aunque no desarrollará nuevos brotes.
Es por ello que una de las finalidades fundamentales de la poda reside en permitir que cada planta se desarrolle por si misma y que produzca según sus propias exigencias. Únicamente con esta técnica se puede, tras el implante, favorecer el vigor o, por el contrario, reducir la excesiva actividad vegetativa. También con este sistema es posible alcanzar fácilmente la meta de anticipar y hacer constante la producción, regular la vida de las plantas, su crecimiento y cultivo y permitir que las intervenciones en este sean lo más ventajosas posible.
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